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Esta no es la oportunidad de Vox

Sólo le faltaría dar comunidades y ayuntamientos al PSOE para acabar siendo lo que los estrategas monclovitas están deseando que sea: el Caballo de Troya definitivo contra la derecha.

Sólo le faltaría dar comunidades y ayuntamientos al PSOE para acabar siendo lo que los estrategas monclovitas están deseando que sea: el Caballo de Troya definitivo contra la derecha.
Europa Press

Vaya por delante que la actitud de Ciudadanos con el asunto de los pactos y las no negociaciones con Vox me parece patética. Me gustaría usar un término más suave para la cuestión, porque, puesto en la balanza, el partido de Albert Rivera creo que es bastante más positivo que negativo para la vida política española; pero la hipocresía de la que hace gala en este tema me resulta especialmente repugnante, sobre todo porque se la permite a costa de unos votantes del centro-derecha que, sinceramente, bastante tenemos ya con lo nuestro.

Es indiscutible que Ciudadanos está en su perfecto derecho de no querer estar en un gobierno o un ayuntamiento en los que esté Vox, pero no puede negarles una mínima negociación formal si aspira a obtener su voto en una sesión de investidura.

Yo creo, además, que esa actitud acabará volviéndose en contra del partido, en primer lugar por hipócrita y chulesca; y en segundo porque su electorado lo ha votado para desalojar a la izquierda del poder –en esta ocasión no puede haber dudas sobre eso, después de la virulencia con que los de Ciudadanos han marcado distancias con el PSOE tanto en las generales como en las autonómicas–, y se sentirá más cerca o más lejos de Vox, pero de quien se siente definitivamente lejos es de Carmena, por poner un ejemplo.

Una vez dicho lo anterior, creo que Vox también se está equivocando en esta encrucijada, si bien es cierto que su situación es ciertamente difícil. Personalmente, no me gustan ni el tono numantino de sus seguidores ni el aire orgullosamente suicida de sus dirigentes, porque más de dos millones y medio de personas no han votado a Abascal para que éste prefiera ahora el "harakiri político", tal y como ha dicho este martes en esRadio, sino para que lidere un partido útil. Y hoy en día la utilidad de Vox vendrá definida por que pueda colaborar en la formación de mayorías de centro-derecha que eviten, por ejemplo, que Madrid caiga en las garras de Gabilondo, Errejón y Serra, panorama escalofriante donde los haya.

Entiendo que Vox tiene que evitar dar la sensación de que es el partido de los trágala, pero aún así debe ser consciente de que su gran oportunidad no está en las investiduras de ahora, sino en los presupuestos que se han de negociar en los próximos meses en las autonomías y los municipios en que su voto será determinante. Y, ojo, que investidura hay una por legislatura, pero presupuestos hay cuatro.

Es ahí donde, jugando sus cartas con cierta habilidad –como, por cierto, no parece que esté haciendo en Andalucía–, puede imponer alguna de las políticas razonables y útiles que lleva en sus programas, que las hay, y obtener un legítimo rédito político de ello.

Si por el contrario lo que hace es bloquear el desalojo de este PSOE y sus peligrosísimos acólitos podemitas o facilitar su llegada al poder, mucha gente empezará a preguntarse para qué sirve un partido al que algunos acusan ya de dividir el voto del centro-derecha y movilizar a la izquierda; sólo le faltaría dar comunidades y ayuntamientos al PSOE para acabar siendo lo que los estrategas monclovitas están deseando que sea: el Caballo de Troya definitivo contra la derecha.

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